Hace unos días unos amigos nuestros vinieron de Costa Rica a Madrid, a recoger un premio que les habían concedido y aprovechando su viaje se quedaron un par de semanas con nosotros. Tiempo este que aprovecharon conociendo gente, visitando lugares, haciendo contactos, degustando la gastronomía local y descansando.
En la última noche que salimos a cenar todos, al restaurante más antiguo del mundo del 1725, comenzamos a hablar de hacer algo juntos. Esa cena fue como un volcán emanando lava en forma de ideas, o más bien una idea rica de detalles que fuimos hilvanando poco a poco. Acababa de nacer un libro.
Resulta que estos amigos, Jorge y Roberto, el primero escritor premiado varias veces y Roberto, actor, también montan y producen obras de teatro y utilizan su arte para educar en organizaciones con herramientas que facilitan para que después sigan desarrollándose.
Descubrimos como compartimos muchas cosas y así, como quien no quiere la cosa, comenzamos a hablar y desarrollar un libro todos juntos. En palabras de Jorge, el escritor experto del grupo, en 2 horas logramos lo que normalmente se logra en una semana.
Analizamos un poco que factores influyeron en todo esto, y todos estábamos de acuerdo en que ese día, habíamos estado los tres relajadamente, leyendo, viendo tele, sesteando, charlando, y en fin, dejando que nuestro cuerpo, mente y espíritu se permitieran no hacer nada, y quitarnos de nuestra mente ese “tengo que hacer” tareas que tanto nos ponemos muchas veces en el día a día.
Los días previos a este encuentro mágico, habían sido igualmente muy fructíferos, pero desde lo racional y cartesiano todo medido y midiéndose al paso. Y sin embargo ese día de parón fue todo un día para el subconsciente, donde la creatividad, la motivación, las risas y el reloj muerto fueron testigos de que cuando uno se para, con toda la intención en realidad está avanzando, pues de repente uno descubre lo que conscientemente no se puede imaginar.
¿Cuántas veces habremos pensado, y hasta casi sugerido a nuestros clientes de coaching, que paren, que reflexionen, que se dejen llevar? Y sin embargo, cuántas veces nos decimos a nosotros mismo “Tengo que parar”, pero no lo hacemos.
Unos minutos al día para meditar u ordenar las ideas, unas horas de vez en cuando, o día cada pocos días, son necesarios parar para poder avanzar.
Compartirnos: ¿Qué haces para fomentar tu creatividad, para regenerar tu cuerpo, mente y espíritu? Cada cuanto tiempo “te permites” cargarte las pilas y vivir el presente?
Envíanos tu experiencia y lo publicaremos (Entre 300 y 500 palabras)
Jose L. Menéndez
Presidente
OlaCoach
Me paro para avanzar
jueves, 17 de junio de 2010
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